Los andinos, a través de sus observadores del cielo y la naturaleza tenían el calendario que regía las actividades agrícolas. Para ello se guiaban por la posición de los astros y su relación con el paisaje para determinar solsticios y equinoccios, y de esa forma los momentos propicios para la siembra y cosecha. La semana tenía 10 días y el mes o quilla 30, con el agregado de uno o dos días más según el menguante de la Luna.
Los astrónomos o yancas indicaban con exactitud el momento de realización de las principales actividades.
Desde antaño hubo de separarse la Nación por regiones y diseñar un calendario de tareas apropiado para cada una de ellas.
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