
La muerte es compleja. Cuando se está vivo tenemos tres almas estrechamente unidas:
1. La que se ocupa del cuerpo y otorga la presencia física o personalidad.
2. La mental, que se ocupa de los pensamientos, ideas, espectativas, proyectos.
3. El alma espiritual, creativa, generosa, superior.
Al morir estas tres almas se separan. El alma personal se queda en los pensamientos de los deudos. El alma mental sigue su trabajo en el mundo de las sombras. El alma espiritual vuela hacia la Conciencia Suprema.
Para reencarnar es preciso que los deudos quieran, que el sujeto quiera y que las Fuerzas y Poderes Superiores quieran. No se puede forzar a un alma a volver y si se lo hace mediante prácticas shamánicas, no permanecerá mucho tiempo entre los vivos.